Si te dijera lo que hay oculto en mi mente, quizás así recordarías los cielos estrellados, la brisa salina en el acantilado, las nubes entremezcladas en el horizonte, y un aroma fresco que te acobijaba en la madrugada, o quizás recordarías los silencios repentinos apareciendo en las llamadas, ahogando muchas palabras, sofocando muchos lamentos, al día de hoy de eso me arrepiento. Quizás recordarías mi falta de pena y tu temida falta de querer, una falta que poco a poco se desvaneció, haciéndose arena y sepultando sentimientos, esos sentimientos que tanto compartías, pero que ahora sin decir nada, sin hacer eco ni melodía, me los escondías en todo momento. Quizás recordarías mi tristeza enterrada en el castaño de mis ojos, tristeza que se volvía delirio, y que día tras día se sumergía en lo más claro de tu mirada, mirada que cual espejo mataba, mirada que reflejaba calma, y a la vez lo destrozada que estaba mi alma. Quizás recordarías mi voz temblorosa, temblaba ante lo ridículo de tu ser, y ante las risas que paralizaban mi tiempo. A estas alturas no lo sé, No sé qué recordarías ni qué dirías, realmente no lo sé. Pero qué pena no saberlo, qué pena no encontrarte al día de hoy, qué pena no encontrar remedio a tu recuerdo, qué pena no encontrar un método para decirte todo esto.
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